A sabiendas de ser los ojos de la cancha, el extravío de un pequeño simpatizante lo disfraza de héroe al tomar las riendas de la búsqueda de su padre; o ese particular rol comunicativo es utilizado para entretener a los impacientes espectadores, muertos de ganas de ver a esos once guerreros salir a ganar. Espectadores de los que se desprende una de ellos para utilizar el micrófono de Ricardo, y entonar la canción de moda, adaptada al paladar "Ciruja".
El sello impuesto por su antepasado, uno de los combustibles del motor imaginario debajo del tablón de cemento, consta de unas simples palabras que hacen cosquillear lo más profundo de los Santos presentes, a instantes del pitazo del enemigo de negro; el inconfundible: "Bienvenidos al estadio más caliente del país".
Terminada su labor estaría de no ser por acabar de venderle estimulantes al corazón de cada uno de las decenas de miles presentes, ya formados cual Coliseo romano para observar la batalla por la que fueron convocados: la reafirmación de que su hinchada es la más grande del Norte argentino, vaya a saber si por el hecho de reconfortarse, o por considerarse el único grupo de seguidores procedente de la región, aportando a un folclore completamente sano, por cierto.
https://m.soundcloud.com/pablo-gabriel-ruiz/la-voz-de-su-pueblo-cuento
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